Para ejemplificarlo de una manera simple, una persona que fabrica quesos de cabra en un paraje de montaña dentro de nuestra provincia, probablemente lo venda en el mercado central del pueblo, donde un restaurante lo compre para prepararle un plato típico a una persona que elige visitarnos. Sin esa persona que nos visita, el fabricante de quesos en la montaña probablemente no pueda vender su producto ni tenga ingresos para subsistir y desarrollar sus proyectos.
Los profesionales independientes, los comerciantes, los transportistas, etc. que viven o trabajan en un pueblo turístico, reciben sus ingresos directa o indirectamente de los visitantes.
No tengo formación académica en economía, pero tengo el conocimiento práctico de quien vive en este país e intenta desarrollar su actividad. Eso me permite intentar interpretar nuestra realidad desde lo que vivo todos los días como emprendedor.
Revisando por lo menos los últimos 15 años, podemos ver a la inflación como una preocupación constante para la sociedad argentina y su sector productivo.
Hace 2 o 3 años era imposible saber en enero cuáles iban a ser nuestros costos mensuales en diciembre. Esto era una fuente de estrés para todos los que tenemos que manejar costos y precios, pero desde mi punto de vista como emprendedor no parecía ser una situación que nos fuera a llevar a la quiebra.
Vimos gobiernos de distintos colores políticos que desarrollaron distintas estrategias, sin demasiado éxito.
Desde diciembre del año pasado, el gobierno nacional decidió encarar el problema llevando adelante, en sus propios términos, el ajuste más importante en la historia argentina.
El resultado (esperable y entiendo que esperado) de ese ajuste, fue una disminución importante del poder adquisitivo de la sociedad argentina. No hay plata.
Como consecuencia de esta disolución del poder adquisitivo, el gobierno puede decir que tuvo éxito en la lucha contra la inflación ¿Quién puede subir sus precios cuando nadie está comprando?
El gobierno afirmó y afirma que con la inflación estabilizada la economía se reactivará.
La incógnita de todos los que dependemos de que los argentinos compren nuestros productos o servicios para vivir es básicamente ¿Cómo se va a reactivar la economía si no hay plata? ¿Cómo vamos a mantener nuestros emprendimientos, las familias y los pueblos que dependen de los mismos si no hay demanda?
Podemos decir que este enero 2025 tenemos una idea aproximada de cuáles pueden ser nuestros costos en diciembre 2025. Y son mucho más elevados que hace un año. Los costos laborales aumentaron más de un %300 interanual. Los servicios entre %500 y %1500 según el usuario (así de arbitrario fue el aumento).
Si la demanda turística nos permitiera aumentar los precios a la par de este aumento de costos la situación no supondría un problema.
Pero ¿Cómo vamos a hacer para cubrir este aumento de costos sin clientes?
La inflación baja que estamos viviendo es la paz de los cementerios.
La gente no tiene plata, no tiene resto para vacacionar. Sumado a eso, los que todavía tienen recursos pueden fácilmente viajar a países vecinos, sin ningún tipo de estrategia para proteger al sector turístico nacional.
El porcentaje de ocupación promedio entre nuestros socios del mes de enero (un mes de temporada alta) fue menor al %30. Todos se vieron obligados a bajar sus precios incluso para lograr estos pobres resultados. La mayoría de nuestros socios no tiene un buen pronóstico para lo que queda del año hasta julio, exceptuando el carnaval.
¿Qué es lo que puede pasar de aquí en adelante si la demanda se mantiene así de baja?
Lo que va a empezar a pasar (y en este momento está pasando) es que los establecimientos turísticos (hoteles, restaurantes, guías) van a empezar a bajar sus precios llevándolos al mínimo indispensable para asegurarse una porción de los pocos turistas que lleguen y cubrir sus obligaciones.
Algunos saldrán airosos de esa competencia. Probablemente quienes se manejen en la ilegalidad, afronten menos cargas impositivas y no respeten los derechos laborales, corran con ventaja. Como la demanda es baja y por lo tanto el dinero que traen los turistas a nuestros pueblos es insuficiente, algunos emprendedores perderán en esa competencia y se van a ver obligados a cerrar sus puertas por no poder cubrir sus costos.
Si miramos solo los precios, la inflación baja.
Pero esta realidad tan cruda no se puede expresar solo con números. El daño en el tejido social y productivo que generan los cierres de los establecimientos para un pueblo que vive del turismo es enorme.
En nuestra asociación, la mayor parte de los dueños de los establecimientos trabaja codo a codo con sus empleados. Tener que decirle a una persona con la que trabajamos todos los días o a un proveedor rural al que le compramos históricamente que no tenemos la posibilidad de seguir dándole un ingreso porque no hay turismo es una situación que no le deseo a nadie.
Si esta situación ecónomica se sostiene en el tiempo, me preocupa que esto empiece a repetirse cada vez con más regularidad.
El impacto y el daño en el tejido social en los pueblos turísticos que puede venir si no hay una reparación del mercado interno o un aumento de la demanda extranjera es altísimo.
Como argentino, espero que la solución llegue de la mano de la reconstrucción del poder adquisitivo de los argentinos.
Espero que este momento sea solo un bache y que haya realmente un plan para que la economía repunte de la mano del consumo.