Un informe de situación, elaborado por el Programa Nacional de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud de la Nación,
reveló que en Argentina sólo el 4,5% de las personas con el virus de la hepatitis C (VHC) accede a los tratamientos modernos que curan la enfermedad. El resto va quedándose en el camino, principalmente por desconocer que portan el virus o por no dar con los criterios de priorización para el tratamiento en el subsistema de seguridad social y privados, una vez sorteados los procesos administrativos que eso representa.
La Asociación Buena Vida, que acompaña a personas con enfermedades hepáticas, llama a mejorar esta situación y a movilizar a los pacientes diagnosticados que no están haciendo nada para curarse. Para dar con más pacientes y ayudarlos en su tránsito por el sistema de salud hacia la cura, lanzaron la línea gratuita 0800 220-0288, disponible de lunes a viernes de 10 a 18.
“El recorrido del paciente con hepatitis C en Argentina puede incluir múltiples obstáculos que complican su acceso a la salud. Lo que diferencia a esta enfermedad crónica de otras, que tampoco dan síntomas, es que ésta es de muy fácil diagnóstico (a través de un análisis de sangre accesible) y, fundamentalmente, que se puede curar muy fácilmente tras 8 ó 12 semanas de tratamiento”, refirió Rubén Cantelmi, presidente de la Asociación buena Vida.
Recientemente, un informe reveló la existencia de una brecha dramática entre las personas que portan el virus y las que lograrán curarse: “Es una situación que nos preocupa y sobre la cual ya estamos trabajando para lograr avanzar hacia la erradicación viral”, explicó el Dr. Ezequiel Mauro, médico hepatólogo, Coordinador del Programa Nacional de Hepatitis Virales del Ministerio de Salud, organismo que elaboró el mencionado documento.
Allí se describe, primero, que -del total estimado de pacientes con VHC- la mitad desconoce el diagnóstico y seguirá con su vida sin saber que tiene el virus. A ellos, es necesario llegar a través de campañas de concientización y detección, iniciativas que se han acentuado en los últimos años.
Segundo, entre quienes sí fueron diagnosticados, especificó el Sr. Cantelmi, “algunos quedan fuera del sistema de salud tras recibir el diagnóstico por dificultades socioculturales, geográficas o porque deciden no volver a una nueva consulta médica. Como es una enfermedad que durante muchos años no genera síntomas, no duele, el paciente posterga u olvida su situación para no faltar al trabajo, no desatender el hogar, los hijos, etcétera, aunque sabemos los riesgos que puede representaren el largo plazo”.
También en esta etapa se quedan algunos pacientes que años atrás probaron con tratamientos a base de interferón, que eran prolongados, con mucha toxicidad e impacto en la calidad de vida y bajos niveles de éxito. Muchos ignoran que las drogas nuevas son comprimidos orales sin efectos adversos significativos, que se administran por 8 ó 12 semanas y curan prácticamente todos los casos.
Tercero, el inicio del tratamiento requiere algunos pasos previos confirmatorios que hacen que algunos pacientes que encuentran obstáculos, se desanimen y se den por vencidos. Por un lado, se debe confirmar el diagnóstico, algo que tiene sentido. Luego, se realiza otro análisis para identificar qué genotipo específico (el subtipo) de virus presentan para determinar qué clase de terapia indicar. Este paso hoy es más simple, porque hay más de una medicación ‘pangenotípica’, efectivas para cualquier genotipo. “Cuanto más lineal, directo y sencillo sea todo el proceso, menos pacientes se quedarán en el camino”, sintetizó el Dr. Mauro.
Además, otro estudio determina el estadio de la enfermedad lo que es útil, pero muchas veces -en los estadios tempranos- se utiliza como variable para postergar o denegar el tratamiento curativo.
Rubén Cantelmi remarcó que muchos de los que llegan hasta aquí no acceden al tratamiento por cuestiones de priorización en el subsistema de seguridad social y privados: “estas decisiones atentan contra la costo-efectividad del tratamiento, porque claramente es más conveniente en materia de salud y economía curar en estadios tempranos de la enfermedad, antes de que el daño hepático requiera abordajes más complejos”.
A este respecto, el Ministerio de Salud de la Nación recomienda tratar con las medicaciones modernas (conocidas como antivirales de acción directa) a todos los pacientes con hepatitis C, independientemente del estadio de su enfermedad. Así lo establecen también las Guías de Diagnóstico y Tratamiento de Hepatitis C de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado, en línea con los consensos internacionales.
Afortunadamente, con el tiempo se han dado grandes avances respecto de las vías de contagio de hepatitis C: en la actualidad, es práctica habitual la utilización de material esterilizado en consultorios médicos, odontológicos, bancos de sangre, locales de tatuajes, piercings y salones de belleza. Asimismo, hay más concientización acerca de no compartir cepillos de dientes o afeitadoras. Todas estas son las vías por las cuales todos pudimos haber estado expuestos al virus sin saberlo, por eso es importante que toda persona mayor de 18 se testee al menos una vez en la vida.
“Sin dudas, la detección de nuevos casos es la piedra angular para controlar la enfermedad. Sin embargo, a la luz de los datos recabados, es claro que debemos planificar un abordaje de aquellos pacientes que, por diversas razones, saben que tienen el virus, pero no se tratan. Esperamos dar con ellos y disponer las condiciones para contenerlos, que puedan tratarse y curarse”, subrayó el Dr. Mauro.
“Desde Buena Vida, seguiremos concientizando acerca de las hepatitis virales, realizando campañas de detección y buscando a aquellos pacientes que saben que tienen la enfermedad y que no están bajo tratamiento. Queda mucho trabajo por recorrer, pero cada persona que logramos ayudar nos reconfirma que vamos por buen camino”, concluyó el Sr. Cantelmi.