Este baño en medio de las restricciones sanitarias y de circulación que rigen por el coronavirus llega esta fecha tan esperadas por las comadres.
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Jueves de comadre, en pandemia...
Es que la previa del desentierro del Pullijay en toda la provincia de Jujuy tiene dos hitos fundamentales: el jueves de compadres y el de comadres, que 15 días antes del sábado de carnaval, reúnen en las grandes ciudades y en cada pequeño pueblo, a compadres y comadres, para reafirmar las promesas de cuidado de los ahijados y celebrar su amistad.
En la época pre- pandemia desde temprano, las calles se poblaban de mujeres de todas las edades, que bajando de los cerros, saliendo de sus casas, y dejando definitivamente atrás la rutina, se dirigieron rumbo a los clubes, plazas y mercados, que oficiaron de escenarios para la festividad.
En el ingreso a cada uno de esos «fortines» donde se realizaba el topamiento, las mujeres fueron vacunadas contra la tristeza, el mal de amores y las penas, con un brebaje alcohólico, especialmente preparado por organizadores, y anfitrionas, que obligatoriamente debían beber al ingresar.
Después de «la vacuna», empanadas, tamales, humitas, picante de pollo, lengua y mondongo; mucha cerveza, chicha de maní, de maíz, y jugos, fueron los elementos infaltables en el menú de los encuentros, donde la charla y la copla, Enfloradas, con hojitas de albahaca en el cabello, y caña de maíz en el atuendo como signo de fecundidad, las mujeres brindaron por la familia, la educación, y los niños, y bailaron hasta la madrugada, entre papel picado, serpentina, talco y harina, contando al ritmo de sus cajas, las alegrías y desventuras que atravesaron desde su último encuentro, en el topamiento del año pasado.