Los síndromes mielodisplásicos (SMD) son un grupo de trastornos relacionados con la incapacidad del cuerpo de producir suficientes células sanguíneas normales. Estas células son generadas por la médula ósea, el material esponjoso que está dentro de los huesos. Los SMD pueden reducir la producción de cualquier tipo de células sanguíneas, y a veces de todas: los glóbulos rojos (encargados de transportar oxígeno a los tejidos del cuerpo), los glóbulos blancos (que ayudan a proteger contra infecciones y a combatirlas cuando ocurren) y las plaquetas (que intervienen en la coagulación de la sangre).
La incidencia de los SMD es 2 a 5 casos cada 100.000 habitantes por año, entre personas de 65 a 70 años; ascendiendo a cerca de 20 cada 100.000 habitantes por año en los mayores de 80. Aquejan más a varones que a mujeres mientras que es raro que se presenten en niños. Por motivos que aún se desconocen, se pueden presentar también en algunas familias más que en otras. Se ha descubierto que hay genes anormales transmitidos por uno o ambos padres y que aumentan las probabilidades de desarrollar un tipo infrecuente (<1%) de SMD hereditarios. Algunos trastornos hereditarios que pueden llevar a los SMD son: la Anemia de Fanconi, el Síndrome de Shwachman-Diamond, la Anemia de Diamond-Blackfan o el trastorno plaquetario familiar.
Los SMD suelen presentar síntomas como: sangrado, moretones de fácil aparición, fatiga y pérdida de peso. Como consecuencia de la enfermedad, sus pacientes suelen manifestar otros signos como: hemorragias por escasez de plaquetas (un sangrado grave puede llevar a un shock y ser mortal), anemia falta de glóbulos rojos e infecciones por un bajo recuento de glóbulos blancos. Los SMD reducen las defensas del paciente contra las infecciones virales y bacterianas, provocando que las personas afectadas sean más propensas a tener problemas por infecciones como el Epstein-Barr, la varicela zóster o el VIH/SIDA; además de que enfermedades como resfríos y neumonías pueden ser más graves (e incluso fatales) en estos pacientes.
Para el tratamiento de los SMD se prioriza reducir o prevenir las complicaciones de la enfermedad y de sus diferentes opciones terapéuticas. El procedimiento curativo más eficaz para la mayoría de los subtipos es alotrasplante de médula ósea, por sus células madre. La elección del mismo queda supeditada a la edad del paciente debido a las comorbilidades asociadas, según diferentes grupos de riesgo. Las personas tratadas con esta opción presentan un índice de supervivencia a largo plazo de hasta un 60%. Otras terapias pueden incluir transfusiones de sangre y plaquetas, filgastrim, eritropoyetina, lenalidomida, hipometilantes, etc.
Conocer los síntomas y reconocerlos es fundamental para su diagnóstico precoz. Por eso, campañas como la del Día Mundial de los SMD o la labor de organizaciones como ACLA resultan muy importantes para acompañar a pacientes y familiares, los cuales pueden encontrar un lugar de acompañamiento en el grupo de Facebook ACLA – pacientes con mielodisplasias.