Cada vez más, la innovación tecnológica ayuda a hacer más efectivos los tratamientos; ya sea a través del desarrollo de mejores medicamentos y con menos efectos adversos o mediante la creación de dispositivos de aplicación más amigables para el paciente, lo que se traduce en una mayor adherencia a la terapia y, por consiguiente, a la obtención de mejores resultados.

Un caso paradigmático es el del tratamiento de aquellos niños con talla baja producida por la deficiencia en la producción de hormona de crecimiento, entre otras condiciones, que requieren de la administración diaria de hormona de crecimiento recombinante subcutánea. Los mejores resultados se logran cuando el diagnóstico es precoz y el tratamiento se inicia temprano, el cual se mantiene hasta que el niño/a finaliza su etapa biológica de desarrollo, que es cuando se cierran sus cartílagos de crecimiento.

“Ante todo, es importante aclarar que la talla baja es un signo que puede estar representando variantes normales de crecimiento o muchas enfermedades diferentes y no todas necesitan el tratamiento con hormona de crecimiento. En la Argentina, está indicada en niños con insuficiencia hipofisaria (por falta de producción de la misma) y para el tratamiento de otras 5 condiciones. Cuanto antes se diagnostique y se comience con el tratamiento, mucho mejor será el pronóstico”, afirmó la Dra. Ana Keselman, pediatra endocrinóloga, médica de Planta de la División Endocrinología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.

Respecto de la utilidad de los nuevos dispositivos autoinyectores electrónicos para la aplicación de la hormona de crecimiento, la Dra. Keselman los considera una herramienta fundamental para el seguimiento de los pacientes, sobre todo en aquellos que se muestran ‘menos respondedores’.

“Cuando vemos mala respuesta en el tratamiento, comenzamos a indagar sobre las posibles causas, modificamos dosificación y demás, pero muchas veces lo que está sucediendo es que el paciente no está teniendo una buena adherencia; saltea dosis por olvido, distracción o cansancio. Hay que entender que los tratamientos son muy largos y que los chicos se cansan. Sobre todo, cuando son adolescentes, que siempre encuentran excusas para postergar o diferir las aplicaciones. Pero esta falta de respuesta generaba cierto desconcierto en cuanto a las estrategias de tratamiento. Desde la llegada de los nuevos dispositivos aplicadores, podemos saber con precisión si la adherencia es subóptima y trabajar para mejorar esa falta de cumplimiento”, explicó la especialista.

Diversos estudios confirman el rol de los dispositivos aplicadores en los niveles de aceptación y su repercusión a largo plazo en los resultados de la terapia. Por un lado, se observó que les permitían a los médicos identificar pacientes con una adherencia inadecuada y una mala respuesta al tratamiento, dándoles la oportunidad de tomar las medidas apropiadas para ayudarlos a maximizar los beneficios del tratamiento con hormona de crecimiento.

Otro trabajo demostró que los dispositivos innovadores, las soluciones de salud digital y los servicios de apoyo al paciente han permitido que miles de pacientes con problemas de crecimiento alcancen sus objetivos de altura. En contrapartida, una investigación encontró que la adherencia subóptima afectó negativamente la respuesta de crecimiento en los dos primeros años de tratamiento.

“Los nuevos dispositivos permiten que las aplicaciones sean más sencillas, con agujas mucho más pequeñas. La medicación es muy efectiva, pero además fueron mejorando la calidad de los aplicadores para hacerlo más fácil para los pacientes”, explicó la Dra. Keselman.

Un trabajo realizado por Merck exploró la percepción de los profesionales sanitarios acerca de estas nuevas tecnologías para la aplicación de hormona de crecimiento ya disponibles en Argentina, y concluyó que se encontraron mejoras sustanciales sobre los anteriores y que era muy recomendable para la práctica clínica, ya que contribuye a mejorar la toma de decisiones y permite una atención más personalizada de los pacientes que reciben hormona de crecimiento recombinantes.

Con los nuevos dispositivos, previo consentimiento de los padres y niños, se transmiten los datos automáticamente y en tiempo real desde la aplicación a la nube y son visibles sincronizadamente tanto para el médico tratante como para los pacientes o sus cuidadores. Poseen además agujas más pequeñas, inclusive unas especiales para los niños en los primeros años de vida. Todo esto facilita el seguimiento del tratamiento y ofrece mejores chances de adherencia.

“Las nuevas tecnologías cuentan con una aplicación que nos permiten a médicos y enfermeras ver el cumplimiento de la frecuencia y dosificación indicadas; hace gráficos y muestra en tiempo real los resultados. Es un antes y un después respecto de lo que teníamos hace 15 años”, aseguró la endocrinóloga.

Esta aplicación les permite ver a los padres las dosis aplicadas, cómo están creciendo, incluso los propios chicos pueden anotar su propia estatura y ver la evolución”, completó.

Una investigación de la que participaron 6207 pacientes de entre 2 y 18 años de 12 países de Latinoamérica (incluida la Argentina) analizó la adherencia y su relación con el resultado del tratamiento. Todos los pacientes contaban con dispositivos digitales. 7 de cada 10 pacientes (68%) mostraron elevados índices de adherencia, un 25% reflejó una adherencia intermedia y solo el 7%, baja adherencia. Como conclusión del trabajo, aquellos que mostraron mayor adherencia lograron en promedio un crecimiento de 1,1 cm por sobre los menos adherentes, durante el período que duró el estudio.

“Los niños que no tuvieron acceso a un diagnóstico y tratamiento adecuados, o que no llevaron adelante la terapia con la adherencia requerida, serán futuros adultos posiblemente con mayores limitaciones en su relacionamiento social, familiar y laboral, con probables condicionamientos en su autoestima. Padres, allegados, familiares, médicos pediatras y, por supuesto, endocrinólogos, contamos hoy con todas las herramientas para evitarlo. De nosotros depende”, concluyó la Dra. Keselman.