Más de 1 de cada 5 niños y 1 de cada 10 adultos tienen dermatitis atópica, lo que la convierte en una de las afecciones médicas más frecuentes. De ese total, alrededor de la mitad representa la variante moderada a severa. A esta comunidad de pacientes, durante décadas, los dermatólogos y alergistas no podían brindarles respuestas satisfactorias; no lograban controlar su enfermedad y los tratamientos sistémicos que existían eran poco eficaces o tóxicos y no podían indicarse a largo plazo. Hoy la situación es diferente y distintos referentes aprovecharon el marco del Día Mundial de la Dermatitis Atópica, que se conmemora este jueves 14 de septiembre, para destacar este punto y visibilizar lo que representa vivir con esta patología.

“Es cierto que hoy contamos con mejores herramientas para controlar esta enfermedad en los casos más complejos, pero todavía tenemos que trabajar los pacientes, los médicos y la comunidad en su conjunto en reconocer adecuadamente, y otorgarle la trascendencia que se merece, al verdadero impacto que esta enfermedad tiene en la vida de los pacientes, porque a veces este se invisibiliza, aunque atraviesa toda la realidad de una persona y de sus seres queridos. Esto es lo que los pacientes nos refieren todos los días en el consultorio”, sostuvo el Dr. Claudio Parisi, especialista en Alergia e Inmunología y ex presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).

La dermatitis atópica es la forma más común de eccema y para muchas personas puede parecer simplemente una afección que irrita y produce picazón en la piel, pero es una enfermedad inflamatoria crónica, compleja y de gran alcance, causada por una desregulación del sistema inmunológico que realmente puede debilitar tanto física como mentalmente a los millones de personas afectadas.

Para la Dra. María Eugenia Abad, presidenta de la Sociedad de Dermatología Pediátrica para Latinoamérica (SDPL), “si bien la mayoría de los pacientes enfrentará brotes ocasionalmente y estos serán manejables, aquellos con casos más crónicos y severos pueden sufrir picazón intensa y persistente, con lesiones cutáneas que pueden cubrir gran parte del cuerpo y, en ocasiones, infectarse”.

La picazón, el dolor y las infecciones en la piel impactan en la calidad de vida, la autoestima y en las relaciones interpersonales y pueden conducir a una compleja sumatoria de problemas adicionales invisibles, como insomnio, depresión, ansiedad y aislamiento social. Particularmente, los trastornos del sueño pueden afectar el crecimiento y desarrollo de los niños, así como la capacidad neurocognitiva en niños y en adultos, además de resultar en días de ausentismo escolar y laboral.

Asimismo, es frecuente que las personas con dermatitis atópica experimenten una carga de enfermedad aun mayor porque suelen desarrollar determinadas comorbilidades desencadenadas por el mismo proceso inflamatorio, conocido como inflamación de tipo 2, tales como asma, rinitis alérgica y poliposis nasal. Además, los cuadros moderados y severos no controlados adecuadamente se asocian con más riesgo cardiovascular y de sobrepeso y obesidad.

Por lo tanto, agregó el Dr. Parisi, “la DA podría considerarse un trastorno sistémico con importantes limitaciones físicas y psicosociales., Sus manifestaciones ciertamente van más allá de la piel y afectan todos los aspectos de la vida”.

¿Cómo se trata la dermatitis atópica?

“La protección de la barrera cutánea, a través de la aplicación frecuente de cremas y emolientes tópicos, con o sin corticoides, continúa constituyendo la base del tratamiento para la DA. Sin embargo, una proporción de pacientes con enfermedad moderada a grave no responde al tratamiento tópico. Entonces, el escalón terapéutico siguiente venía siendo la fototerapia o la inmunosupresión sistémica, aunque esta opción presentaba eficacia dispar y eventual toxicidad”, describió la Dra. Abad.

Sin embargo, un mayor conocimiento de los mecanismos involucrados en el desarrollo de la DA ha llevado en los últimos años a la expansión de las opciones de tratamiento para los casos severos, que están cambiando profundamente las expectativas de tratamiento para pacientes y médicos por obtener una eficacia marcadamente superior con un mejor perfil de seguridad.

“Durante mucho tiempo tuvimos herramientas limitadas para el manejo de la dermatitis atópica, pero los desarrollos recientes han permitido que podamos contar con medicamentos específicos, que presentan mecanismos de acción diferentes de todo lo que conocíamos para tratar la dermatitis atópica y representan un avance significativo hacia la satisfacción de una necesidad insatisfecha. Cabe destacar que la Dermatitis Atópica es una enfermedad crónica que se puede controlar a través de medicamentos eficaces y seguros, permitiendo a los pacientes que la sufren tener una vida normal” concluyeron los especialistas.