La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es una patología pulmonar crónica común, prevenible y tratable que afecta a hombres y mujeres de todo el mundo.
En esta enfermedad, los bronquiolos sufren daños y se restringe el intercambio de gases. Cursa con síntomas respiratorios persistentes de aparición progresiva como disnea, tos y/o expectoración.
Es causada por la exposición prolongada a gases y partículas nocivas, destacando entre ellas al trabajo, y también influyen algunos factores personales, por ejemplo, factores genéticos y eventos que afecten al desarrollo pulmonar en la infancia.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad mata a una persona cada 10 segundos y para 2030 será la tercera causa más importante de mortalidad. Además, aproximadamente siete de cada diez casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (71%) se da en personas mayores de 30 años, siendo más frecuente en hombres que en mujeres.
“La enfermedad se manifiesta a través de dos formas que suelen combinarse en personas que padecen EPOC. Una de ellas es la bronquitis crónica, marcada por la inflamación y el estrechamiento de los bronquios con producción excesiva de moco en el árbol bronquial, lo cual puede provocar tos crónica, con o sin expectoración. La segunda forma es el enfisema pulmonar, en la que la destrucción de las paredes y fibras de los alvéolos dificulta la oxigenación de la sangre”, explica la Dra. Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC.
Causas
La EPOC evoluciona gradualmente, a menudo debido a varios factores de riesgo asociados, como son los siguientes:
Exposición al tabaco por fumar o por exposición pasiva al humo.
Exposición profesional a polvos, humos o productos químicos.
Contaminación del aire en interiores: en los países de ingresos medianos y bajos donde los niveles de exposición al humo son elevados, se utilizan con frecuencia biocombustibles (madera, estiércol, residuos de cultivos) o carbón vegetal para la cocina y la calefacción.
Eventos en la vida fetal y los primeros años de vida, como el retraso del crecimiento intrauterino, la prematuridad y las infecciones respiratorias frecuentes o graves en la infancia, que impiden que los pulmones se desarrollen por completo.
Déficit de alfa-1 antitripsina, una enfermedad congénita rara que puede provocar EPOC a una edad temprana.
Los síntomas
La evolución de la EPOC es lenta y, por lo general, inicia sus síntomas entre la cuarta o quinta década de vida. Los síntomas más frecuentes son:
Dificultad para respirar o disnea.
Silbido al respirar.
Tos crónica con expectoración.
Sensación de presión en el pecho.
Coloración azulada de los labios.
Infecciones respiratorias frecuentes.
Fatiga o falta de energía para tareas que requieren de esfuerzo, como subir escaleras.
Inflamación de tobillos, pies y piernas como consecuencia de la retención líquida.
“Con frecuencia, los pacientes de EPOC padecen otras enfermedades, como cardiopatías, osteoporosis, trastornos osteomusculares, cáncer de pulmón, depresión o ansiedad”, resalta la Dra. El Haj. Y agrega que: “la EPOC no tiene cura, pero su diagnóstico y su tratamiento temprano son importantes para frenar el empeoramiento de los síntomas y reducir el riesgo de que se produzcan exacerbaciones”.
Tratamiento y prevención
Debe sospecharse EPOC en una persona que presente los síntomas característicos de esta enfermedad. Como siempre, la consulta con el especialista es imprescindible, ya que hará el diagnóstico y solicitará los estudios que considere convenientes.
“La primera pauta del tratamiento es eliminar la causa. Cuando se trata de un paciente tabaquista este debe dejar de fumar utilizando, o no, métodos de control del hábito, ya que el no interrumpir el hábito de fumar genera una progresión de la enfermedad. Luego, el resto de los objetivos se centran en reducir los síntomas crónicos de la enfermedad y disminuir la frecuencia de las exacerbaciones o re-agudizaciones y su gravedad”, comenta la Dra. Valeria El Haj.
Con respecto al tratamiento, hay distintos tipos de medicamentos que, inhalados, pueden ayudar a reducir los síntomas y prevenir las exacerbaciones. Debido a que tienen diferentes mecanismos de acción, pueden administrarse en un solo inhalador que contiene varios fármacos, como, por ejemplo, broncodilatadores, antiinflamatorios o corticoides. En algunos casos también se requiere una intervención quirúrgica por la presencia de grandes burbujas de aire pulmonar o bullas o una cirugía para reducir el volumen pulmonar en pacientes con un enfisema predominante y hasta un trasplante pulmonar para mejorar la función respiratoria.