Médicos geriatras e infectólogos, entre otras especialidades, llamaron a incrementar los niveles de vacunación en las personas de 65 años o más, ya que, sostuvieron, las coberturas alcanzadas actualmente para ese rango etario están muy por debajo del nivel óptimo.
La afirmación fue realizada en ocasión de la presentación del ‘Documento de consenso sobre el uso de vacunas en personas mayores’ elaborado por la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), durante el XX Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría, realizado recientemente en Mar del Plata.
El Consenso fue el resultado de un trabajo interdisciplinario en el que, además de los miembros participantes de la SAGG, se convocó a representantes de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), la Sociedad Argentina de Vacunología (SAVE), la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero (SLAMVI) y otros importantes líderes de opinión. En total, fue elaborado por un panel conformado por diecisiete miembros provenientes de diversas profesiones, especialidades, sociedades científicas, instituciones y regiones del país.
El Dr. Matías Manzotti, médico geriatra y presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), destacó al respecto que “la vacunación en las personas mayores es importante para prevenir enfermedades infecciosas, pero también para preservar su funcionalidad y robustez, así como para evitar el deterioro que puede generar una infección en esa etapa de la vida”.
Por su parte, la Dra. Miriam Rozenek, Directora del Consejo de Infectogeriatría de la SAGG y miembro de la comisión de vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y de la comisión directiva de la SAGG, afirmó que se busca “empoderar al médico, para que exija que el Calendario Nacional de Vacunación se cumpla y que los vacunatorios sean accesibles en términos de horarios y arquitectura, ya que hablamos de personas mayores; y también queremos empoderar al paciente, que es el destinatario de esta práctica preventiva”.
El Ministerio de Salud Nacional indica a las personas de 65 años o más vacunarse contra la gripe y el neumococo, ya que define estas enfermedades como las “principales causas de complicaciones en esa etapa de la vida”.
Para la vacuna antigripal, el Calendario Nacional de Vacunación (CNV) establece una dosis anual; mientras que, para el neumococo, indica una única dosis de la vacuna conjugada 20 valente reemplazando el esquema secuencial previo. Por otro lado, la vacuna contra la hepatitis B es obligatoria para las personas de cualquier edad.
El Ministerio de Salud en el CNV también incluye la aplicación de la vacuna doble bacteriana, conocida como doble adultos, la cual protege contra la difteria y el tétanos y es de aplicación universal, es decir para todas las edades. Del mismo modo, recomienda a la población en general la aplicación anual de la vacuna contra el COVID-19. Al respecto, el Dr. Manzotti apuntó: “Las vacunas del calendario no necesitan receta ni tienen costo, y están disponibles para toda la población de nuestro país”.
Con relación a la vacuna contra el COVID-19, El Documento de consenso sobre el uso de vacunas en personas mayores de la SAGG menciona que puede aplicarse anualmente junto con la antigripal, excepto en las personas severamente inmunocomprometidas o personas mayores con fragilidad moderada o severa, que deben recibirla cada seis meses.
Mientras que, sobre la vacuna contra la difteria y el tétanos, la SAGG aconseja aplicar una dosis de refuerzo cada 10 años en las personas mayores sin límite de edad, así como una dosis de refuerzo de vacuna triple bacteriana acelular contra la difteria, el tétanos y la coqueluche (dTap) en personas mayores de 65 años en caso de que no hayan sido vacunados previamente con dTap, en reemplazo de una de las dosis habituales de difteria-tétanos
Con la pandemia -afirmó la Dra. Rozenek- “disminuyeron todas las coberturas vacunales, tanto en niños como en adultos. Esto se asocia a emociones negativas relacionadas con el Covid, por lo que la gente dejó de vacunarse no solo para Covid sino también para otras patologías inmunoprevenibles, lo que se refleja en una baja de coberturas en todas las vacunas y en todo el país.
La SAGG también recomienda la vacunación contra el herpes zoster (HZ) en personas mayores y enfatiza la indicación para quienes tienen enfermedades cardiovasculares, respiratorias, hepáticas o renales crónicas, así como para quienes tienen diabetes o presentan inmunocompromiso, son mayores de 70 años. El HZ, llamado popularmente en Argentina ‘culebrilla’, es una enfermedad producida por el virus varicela zoster, el cual tiene la capacidad de permanecer latente durante años y el solo hecho de la edad ‘despierta’ al virus.
Para el Dr. Manzotti, al decidir si aplicar o no una vacuna a una persona mayor, los médicos valoran tanto la edad biológica como la funcionalidad, a veces por encima incluso de la edad cronológica. “A veces estamos frente a una persona que tiene 60 o 65 años y está frágil, y otras veces estamos ante otra de 80 años que hace deporte y es robusta. La edad, si bien es un factor a tener en cuenta, no es el único”, afirmó.
La difteria es una enfermedad infecciosa que afecta frecuentemente las vías respiratorias, mientras que el tétanos es causado por una bacteria que produce una toxina que afecta el sistema nervioso. En tanto, la coqueluche, también llamada tos convulsa o tos ferina, es el resultado de varios factores de virulencia y es muy contagiosa, ya que se propaga a través de microgotas al toser o estornudar.
Otra vacuna recomendada por el Consenso de la SAGG es la del virus sincicial respiratorio (VSR) en mayores de 60 años, especialmente en quienes tienen comorbilidades que incrementan su riesgo de complicaciones respiratorias, como pueden ser las enfermedades cardiovasculares, respiratorias, hepáticas, renales crónicas y diabetes, o quienes fuman. El VSR provoca brotes estacionales de enfermedades respiratorias en los meses más fríos.
“Las enfermedades respiratorias generan un grado de inflamación dentro del organismo que se asocia con eventos cardiovasculares. Al vacunarse, por lo tanto, se contribuye a prevenir también un evento cardiovascular, y -a la vez- estamos previniendo que una persona robusta, entera y funcional tenga que internarse y comenzar a deteriorarse por un evento que es prevenible con una vacuna”, afirmó la Dra. Rozenek.
Por su parte, el Dr. Manzotti agregó que “el Consenso busca visibilizar la necesidad de que los médicos que atienden a personas mayores, no importa cuál sea su especialidad, tengan presente la vacunación como una herramienta de prevención”, aunque también comentó que nuestro país tiene un sistema de salud “fragmentado y heterogéneo, donde algunas provincias tienen bien articulada la vacunación, sobre todo de las vacunas incluidas en el calendario, pero también hay zonas donde no es tan accesible”.
Contra la hepatitis A, en tanto, la SAGG aconseja la vacunación sólo en personas mayores con factores de riesgo específicos, como tener una enfermedad hepática crónica o hemofilia, o quienes viajan a áreas de mediana o alta endemicidad o son personal de salud de atención pediátrica, entre otras actividades. Para aplicar esta vacuna debe realizarse previamente un análisis de sangre para constatar que la serología de anticuerpos sea negativa.
Con respecto al dengue, la SAGG considera en el Consenso que el uso de vacunas contra esta enfermedad en personas mayores puede ser prometedor, especialmente por el alto riesgo que enfrenta este grupo etario al contraer dengue, pero también advierte que aún no se dispone de la evidencia necesaria para hacer una recomendación a favor o en contra de su aplicación en este grupo etario.
Como conclusión, el Dr. Manzotti afirmó que “hay un rol muy importante del médico, que es la prevención. Dentro de las prácticas preventivas de la consulta anual, que muchas veces se dirigen hacia patologías oncológicas o cardiovasculares, debe formar parte también la valoración de cuáles son las vacunas que el paciente tiene y cuáles le faltan”.